Del Zorreo de Carla y Raquel

Cuenta, cuenta… Que Carla y Raquel qué?

Estas dos acaban de llegar a mi vida. Hace poco más de seis meses que estoy enganchada a sus historias, incluso mi ángel de la guarda-amiga-confidente se ha puesto un poco celosilla. Que la voy a cambiar por ese par de golfas, dice! Y no la cambio por nadie, a no ser que me llame Carla y me diga:

-Tía, tía! Raquel tiene una cita, pero no te he dicho nada, eh?
Entonces dejo todo lo que estoy haciendo y voy a que me ponga al día.

Carla y Raquel son unas vividoras, cuando hablo con ellas no puedo hacer más que envidiarlas, admirarlas y temerlas. Hace tiempo me pidieron que hablara de ellas en este Blog, bueno Carla, que es una entusiasta. Raquel es más fría, más racional y no le seducía demasiado la idea de que contara sus aventuras.
-Y si nos conocen? Qué vergüenza, con qué cara me presento en el trabajo?
-Te lo agradezco, Raquel -le contesté- pero no soy García Márquez. Imposible. Nadie sabrá quiénes son esos dos zorrones de los que hablaría.
A Carla le encanta haberse convertido en una casquivana y ser el centro de atención. Está aprendiendo rápido de Raquel, que no le da tiempo a darle consejos y regañinas.
-El apartamento de tus padres está vacío, no? Pues en el apartamento de tus padres, no seas mojigata!
-Ya, Raquel, pero y si se dan cuenta de que he estado ahí? Y si notan algo cuando vuelvan?
-Pues no dejes evidencias, reina! Recoge los condones, haz la cama y lava las copas, no seas cochina!

Carla hasta hace un año y medio tenía una vida perfectamente estructurada y fiel hasta que (palabras literales) se le infló el «papo», se separó y entonces vio que había vida al otro lado.
Conoció a Raquel gracias a mí (aplausos, gracias…) en una de esas reuniones de chicas para cenar, beber e intimar. Se cayeron bien y enseguida compartieron cosas: Confidencias, playa, cafés… y hombres. Sin que ellos lo sepan.
Empezaron a tontear con el mismo candidato en una de esas aplicaciones de móvil para amistad y lo que surja, y cuando se dieron cuenta ya era demasiado tarde y decidieron ir más allá divirtiéndose a costa del pobre incauto, un frutero de Lleida con unos abdominales y una edad de vértigo. Catorce años más joven que ellas!
La primera en tener una cita con él fue Carla. Y la primera en tirárselo también.
Y la primera en llamarme.
Carla: Qué nervios, qué subidón, ostia …Qué he hecho… Pero es que está muy bueno… Qué hago? Sigo hablando con él? Tengo otra cita? Y si me engancho? Joder… Qué cuerpazo… Qué manos… Lo que nos hemos perdido tantos años…
Raquel: Bueno, ya está, espero que no me llame más, sería imposible superar lo de ayer, es bueno el cabrón… Sabes qué? Le bloqueo y así no me da la paliza.

Creo que tengo un filón con ellas, espero que me tengan al día.